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Georges Marquet en San Sebastián

Publicado el 21 de junio de 2016.

Georges Marquet en San Sebastián

“No sé si este señor tiene alguna calle con su nombre en Donosti o en Zubieta pero se la merece más que otros”, escribía Fernando Savater en el libro “Pasión por las Carreras” de Javier Sada, al referirse a Georges Marquet.

Pero, ¿quién era este personaje para merecer tanto elogio? Georges Marquet es una figura muy singular a la vez que desconocida en San Sebastián. Un hombre fundamental en la sociedad donostiarra de principios del XX y que sin embargo ha pasado totalmente desapercibido para la mayoría de los donostiarras.

Georges Marquet nació en Bélgica, donde se dedicó a los negocios hoteleros, con la sociedad Les Grands Hôtels Belges y a los casinos. Al parecer, porque tampoco hay muchos datos al respecto, su contacto con San Sebastián se debe a su relación con Charles Bertrand, con quien había compartido negocios en Bélgica.

Carlos Bertrand, como se le conocía en la prensa local, había subarrendado el Gran Casino de San Sebastián a Brochetón y Calzado, arrendatarios del mismo en 1887. De hecho la relación no fue, al parecer muy satisfactoria dado que en 1889 terminaron pleiteando por diferencias sobre las cláusulas del contrato.
Georges Marquet, como decíamos, conocía el mundo de los Casinos. De hecho había llevado la dirección del de Ostende. Son numerosas las postales de la época en que se ven los dos casinos, Ostende y San Sebastián, promocionándose juntos.

Hacia 1905, entró en el Casino de San Sebastián, en el que Jacobo Domínguez llevaba la dirección. Esta ocupación y la de hostelería, en la que desarrollaría  una gran actividad, no le impidió tener un dinamismo inagotable en el mundo deportivo. Así lo reflejaba la revista Gran Vida en un artículo que le dedicó:

“Monsieur Georges Marquet es el prototipo de esos hombres privilegiados que, sin más armas que un talento natural extraordinario, una voluntad de acero y el tesón optimista generador de todas las grandes obras, vencen las primeras y más rudas dificultades de su camino, y cuando logran sujetar el indomable potro del éxito al carro de sus triunfos, acometen sin temor las más arriesgadas empresas.

Nunca hemos tenido ocasión de cruzar un saludo con este hombre extraordinario; pero nos basta con haber observado un año tras de otro sus buenas orientaciones respecto a los deportes, sus felices iniciativas para desarrollar el automovilismo y, finalmente, su labor titánica para fomentar en nuestro país el deporte hípico, para que creamos llegado el momento de hacer justicia a sus méritos en estas páginas. Sus iniciativas para lograr el desarrollo de los deportes en nuestro país han sido tan felices como numerosas, y difícilmente lograríamos hacer una enumeración completa. Bastará con recordar aquel brillante raid automóvil celebrado en San Sebastián el año 1912, para el que se inscribieron 102 coches españoles, rusos, franceses, alemanes, belgas e italianos, los cuales tomaron parte en la carrera en cuesta al monte Ulia y desfilaron en el concurso de elegancia celebrado a lo largo del paseo de Salamanca.

Aquella hermosa fiesta deportiva fue un dechado de organización y dejó un recuerdo indeleble en cuantos tuvieron el placer de actuar en ella o de presenciarla.

Los primeros aviadores que volaron sobre la capital de Guipúzcoa fueron llevados por monsieur Marquet, quien se mostró siempre propicio no sólo para traer a España las novedades deportivas del extranjero, sino para contribuir con importantes premios a todos los concursos organizados por las Sociedades locales.

En la memoria de todos está la meritoria labor que M. Marquet viene realizando para desarrollar en España la afición al deporte hípico y mejora de la cría caballar.

Como presidente del Jockey Club, de San Sebastián, ha gastado un crecido capital en construir los Hipódromos de Lasarte, en San Sebastián, y Bella Vista, en Santander, y ha dotado de los premios más importantes las reuniones celebradas en dichos hipódromos.”

 

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