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De Modas Magda a Atlantis en San Sebastián

Publicado el 24 de marzo de 2017.

De Modas Magda a Atlantis en San Sebastián

En esta ocasión traemos  la esquina de la c/ Okendo con c/ Bengoetxea 1, y los comercios que allí ha habido, al mismo tiempo que recordamos a Felicidad Martínez López, fallecida a final de enero ¡con 100 años cumplidos!, quien fuera propietaria, del establecimiento “Modas Magda”, que tanto fama tuvo.

Una esquina con mucha historia.

El edificio se construyó en 1867, cuando la calle Okendo sólo tenía por delante el concurrido Paseo de la Zurriola (así se llamaba el actual Pº de la Argentina) y el mar, ya que todavía no existían el hotel María Cristina y el Victoria Eugenia, ni el ensanche del Kursaal, al otro lado del Urumea.

Allí se inauguró el año 1868 uno de los comercios más emblemáticos de la ciudad, “El Andorrano” de Antonio Lafont. Tres años después se reinstalaría definitivamente en la esquina de la C/Garibay con Peñaflorida, donde poco le faltó para cumplir siglo y medio de vida, siendo sustituido en 2011, por una zapatería.

En 1874 abrió sus puertas en el mismo lugar, uno de los cafés históricos de la época balnearia, el Café del Norte, fundado por Eustaquio Irureta, que treinta años después se trasladó al Boulevard 7, esquina con Legazpi, cerrándose en 1925, cuando abrió Almacenes El Barato.

Otro establecimiento de solera que estuvo varios años en esta esquina de Bengoetxea fue Aranzabal, que vendía loza y cristalería, como luego lo conocimos en la c/ Urbieta hasta su cierre hace pocos años.

74 años de Modas Magda

Pasaría algún tiempo hasta que en 1939 volviera a haber otro establecimiento de renombre, Modas Magda, de Felicidad y Cipriana Martínez. Felicidad había nacido en 1916, en Labastida (Alava) y llegó a San Sebastián en 1936 para pasar una temporada con su hermana Cipriana que había aprendido corte y confección con Mr. Alfred, cortador de la casa Balenciaga. Aquí les cogió el comienzo de la guerra y aquí se quedaron las dos hermanas.

Mr. Alfred fracasó tres veces intentando abrir una tienda durante la guerra, pero ellas no se desanimaron por ello y nada más terminada, abrieron por su cuenta en esta esquina, su tienda Modas Magda, haciendo alusión con su nombre a una renombrada modista donostiarra de la Belle Époque.

Poco a poco, su éxito hizo que llegaran a tener hasta diez modistas que confeccionaban las prendas diseñadas con los apuntes recogidos por las hermanas que, como tantos otros, viajaban asiduamente a París para ver los desfiles de los grandes modistos: Pierre Balmain, Dior, Chanel… Asistían siempre con invitación, ocultando su profesión, aunque ocultando su profesión, ya quelas grandes marcas cuidaban celosamente sus diseños. A la salida de los desfiles, Felicidad dibujaba de memoria aquellos que le habían parecido más interesantes, para posteriormente darles su toque personal.

Solamente fueron descubiertas e “invitadas a desalojar” en Casa Balenciaga, al ser reconocidas por una antigua compañera donostiarra que trabajaba en la famosa firma.

Modas Magda confeccionaba su propia colección y la presentaba en Pamplona, Burgos, Salamanca, Madrid… recogían los pedidos y ellas los realizaban en su taller en las diferentes tallas.

En 1949, Cipriana se fue a visitar a una amiga a Venezuela, pero se convirtió en un viaje sin retorno, ya que se estableció en Caracas abriendo una tienda que también llevó el nombre de “Modas Magda”.

La decoración de la tienda se realizó en los años 50, inspirada en una boutique de los Champs Elysées parisinos, siendo luego muy imitada en otros establecimientos de moda de San Sebastián.

Con la llegada del “prêt a porter” empezaron a comercializar prendas confeccionadas pero manteniendo su propio taller, donde siguieron realizando abrigos, trajes de chaqueta, vestidos de novia, trajes de madrina, etc., así como adaptando las prendas de marca. Rosi Criado fue la modista en la última época de la tienda. Modas Magda cerró en 2013. Felicidad Martínez, decana de los comerciantes donostiarras, había atendido la boutique durante 74 años.

La renovación

El coqueto establecimiento de aires parisinos quedó vacío. Pero la suerte quiso que en 2014, tomara renovada vida gracias al esfuerzo de Elisabeth Múgica, que en vez de desmantelarlo, como sucede habitualmente con los locales históricos, ha sabido conservar los elementos que lo caracterizaban. Las antiguas vitrinas de madera patinada, la escalera de caracol y el altillo con fina barandilla, fueron puestos en valor en la nueva tienda de bisutería Atlantis manteniendo la elegancia y el caché de la antigua boutique, que exhibe sus piezas, pañuelos y sombreros artesanales en los veteranos anaqueles, y en sus vistosos escaparates, constantemente renovados, quizás los más cuidados de la ciudad.
 


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