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La Sombrerería Leclercq de San Sebastián

Publicado el 27 de marzo de 2016.

La Sombrerería Leclercq de San Sebastián

Sombrerería Leclercq fue fundada en 1932 en el mismo lugar en que hoy se encuentra, en la esquina de las calles Narrika e Iñigo de la Parte Vieja donostiarra. Junto a la Sombrerería Gorostiaga de Bilbao, serán quizás las dos únicas tiendas que siguen dedicándose en exclusiva a este negocio artesanal en el País Vasco y sin duda una de las pocas que quedan en todo el Estado.

Fueron José Mª Leclercq Sarasola y su mujer Victorina Carrasco Alonso los que la fundaron.

A José Mª la profesión le venía de familia. Su padre, José Luís Leclercq y Uranga (1864-1930), un donostiarra ya de segunda generación y con antepasados belgas, había sido aprendiz, encargado y finalmente propietario de la prestigiosa sombrerería donostiarra Casa Ponsol. Le ayudaban en el negocio sus dos hijos, José Mª (el hermano mayor) e Ignacio, a los que había enviado a Francia e Inglaterra para mejorar su formación. Tras su muerte en 1930, Ponsol quedó como Sociedad Limitada siendo propiedad de los numerosos hermanos Leclercq-Sarasola y Victorina la mujer de José Mª, que a su vez era modista de niños y aprendió también el oficio de sombrerera.

De cualquier forma, en 1932, cuando el matrimonio rondaba los 40 años, decidieron separarse de los hermanos y fundar su propio negocio, un comercio que ha tenido gran importancia en la vida donostiarra, pese a que los tiempos en que todo el mundo llevaba sombrero estaban cambiando. Como cuenta el sombrerero Emilio Pirla de la antedicha Sombrerería Gorostiaga en una entrevista reciente (AND.es 19-01-09), “eran momentos en que había una fuerte discriminación por la forma de vestir: el que llevaba un sombrero era un puñetero capitalista y el que llevaba una gorra era un puñetero obrero, entonces el que no llevaba nada no se sabía lo que era, dejaron de ponerse las cosas en la cabeza todo el mundo y así nadie era nada"

José María inauguró la Sombrerería Leclercq en Narrika 18, confiando su decoración a uno de los mejores arquitectos-diseñadores donostiarras de la época, Eduardo Lagarde, y debemos agradecerles de que hayan sabido conservar el estilo “decó” original tal como fue creado.

Hoy en día, la familia Leclercq sigue dedicándose a la sombrerería. Tras José Mª, le siguió su hijo José Luís Leclercq Carrasco, casado con Dolores Saiz Santillán. Actualmente es su hija, Loli Leclercq Saiz, la que conserva el negocio y mantiene este oficio artesanal siendo la cuarta generación de esta reconocida familia de sombrereros donostiarras.

La sombrerería llegó a tener una docena de operarias. Tres de ellas fueron Isabel Prieto especializada en sombreros de mujer, Pepita Lauburu, “gorrista”, especializada en las gorras masculinas y Amparo que hacía las capotitas infantiles.

Hoy en día mantienen vivo este oficio artesanal. El sombrero masculino fue desapareciendo, pero las capotitas de los niños se mantuvieron hasta comienzos de los años 60. Con el concilio Vaticano II también se fueron dejando de usar los sombreros de ala ancha, los bonetes y las cofias religiosas. No obstante las boinas y las gorras militares siguieron utilizándose, y en este establecimiento se han realizado durante décadas las gorras de la policía municipal. Pero por lo que más conocen los donostiarras a la sombrerería Leclercq, es porque la mayor parte de los gorros de tamborrada de las innumerables sociedades y colegios, han salido y salen de este lugar. Esto sin duda es debido a dos razones: Una, la calidad del trabajo. La otra es la afición de José Luís a estudiar la historia donostiarra y en particular la historia militar del siglo XIX por lo que sus consejos han ayudado mucho a la vistosidad de los uniformes y gorros que vemos en la gran fiesta de San Sebastián.

Leclercq es el último exponente donostiarra de lo que en tiempos fue una profesión pujante. Se contaban unas 12 sombrererías en la Donostia de los años 30 (Aguirresorondo en Euskonews), se traían expertos profesionales del extranjero y el número de operarios es de imaginar que rondaría el centenar en una ciudad que era la quinta parte de la actual… En Leclercq recuerdan en especial a un sombrerero ruso y otro inglés que trabajaron con ellos.

Esperemos que Sombrerería Leclercq mantenga por muchos años este apreciable local del más puro estilo “decó”, todo un signo de una época, y prosigan con la entrañable labor prestada a la fiesta grande de esta ciudad. Trabajo no creo que les falte.

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