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El Funicular del Monte Igeldo cumple años

Publicado el 25 de agosto de 2015.

El Funicular de Igeldo cumple años

La inauguración del funicular se hizo un 25 de agosto de 1912.

Ya ha superado el siglo y lo que entonces fue una atracción singular y una novedad técnica, sigue manteniendo la fascinación que produjo entonces, siendo uno de los iconos turísticos más reconocidos de la ciudad.

Es difícil que sus promotores pudieran imaginar que tras un siglo de funcionamiento fuera el principal atractivo del parque del "Monte Igueldo”, creado en principio para albergar un casino que desapareció como los demás tras la prohibición del juego en 1924.

Pero dejemos contar a un periodista del diario La Constancia, la descripción que hizo del viaje en funicular aquel domingo de agosto de 1912:
“Se inauguró oficialmente el domingo, según rezaban los anuncios puestos en los periódicos locales, pues si bien en días anteriores había funcionado, fue tan sólo a beneficio de las víctimas de la reciente catástrofe marítima, con cuyo fin se recaudaba lo que voluntariamente querían dar los viajeros.
Y el primer día puede decirse que fue excelente para la empresa, augurando, como síntoma, un buen porvenir para la misma. Ya a la hora del almuerzo habían sido más de 500 personas las que habían verificado la ascensión, y por la noche el número pasaba de 2000.

La impresión que se recibe al verificar la ascensión por el funicular es muy agradable. Funciona con tal suavidad que no infunde temor aún al más receloso, y se siente uno subir por momentos, contemplando cada vez más bajos y a mayor distancia los edificio de la ciudad ó cualesquier otros objetos próximos en que el viajero hubiera fijado la vista. El tiempo que se invierte en la ascensión, lo mismo que en la bajada, es de tres minutos.

Pero el encanto principal es el magnífico panorama que se descubre desde aquella altura.

Todo lo que podamos decir en elogio es poco comparado con la realidad. La belleza característica de nuestra ciudad y de sus cercanías, belleza fabricada en primer término por la naturaleza, aunque abrillantada después por la mano del hombre, aparece realzada…

Hay que advertir que a nosotros nos tocó hacer esta contemplación, por la hora en que subimos, al anochecer, cuando declinaba el crepúsculo vespertino y con las primeras sombras de la noche, irradiaban las infinitas luces y los potentes focos eléctricos de la población. Y el encanto que nos produjo la visión fue sorprendente, contribuyendo a ello la ligera neblina que se cernía sobre la ciudad, la cual aparecía desde aquellas alturas con carácter verdaderamente ideal y fantástico…”

Esta descripción se podría hacer ahora de la misma forma, aunque en la actualidad los árboles no dejan ver tanto el paisaje.
Es de agradecer que los responsables del parque hayan sabido mantener en tan buen estado nuestro funicular, el más antiguo del País y uno de los mejor conservados del mundo. Cuando cumplía el siglo, precisamente estuvo a punto de ser retirado por imposición administrativa, para sustituirse por uno moderno de metal que cumpliera las nuevas normativas, pero la oposición ciudadana hizo recapacitar a la administración que finalmente protegió tan valioso elemento patrimonial de la ciudad.

¡Y que cumpla muchos más!


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