La chimeneas en San Sebastián

Dentro de pocos días comenzarán a quemarse, una tras otra, y a veces varias a un tiempo, casi todas las "chimeneas" de la población. Ello ocurre inevitablemente todos los años, y no hay razón alguna para que no ocurra este año también.

En cuanto empiezan los fríos y comienza a hacerse fuego en ellas, se inflama el hollín de que están saturadas, salen chispas a millones, se asusta la gente de la casa, y, por el primer teléfono que hay a mano se llama a los bomberos, que algunas veces van hasta con la bomba automóvil y no solo apagan el fuego sino que gratuitamente -claro está- dejan la chimenea más limpia que una patena o que un cajón de caramelos después de un "raid" de chiquillos.
En otras partes también se queman chimeneas, porque en todas partes hay gentes desidiosas o tacañas, pero en ninguna parte se queman en la abundancia ni con la periodicidad, orden, aseo y método que en San Sebastián.

Y es que por ahí, en otras partes, se da el caso de que haya alcaldes que se preocupan de que se cumplan las ordenanzas municipales, y allá a primeros de Octubre dan un bando ordenando a todo el vecindario la limpieza de las chimeneas en el plazo de un mes. Una vez que el mes transcurre, un buen día, el cuerpo de bomberos, por parejas distribuidas por distritos, se dedica a ver si la chimeneas están limpias, y por cada una que no lo está, el alcalde "mete" un duro de multa -que se cobra- multa que sale más cara que lo que hubiese costado limpiar la chimenea.

Y con un procedimiento tan sencillo se evitan alarmas, peligros de incendio en días de viento, etcétera, etcétera...