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Pierre Ducasse, jardinero de San Sebastián

Publicado el 07 de marzo de 2017.

Pierre Ducasse, jardinero de San Sebastián

Pierre Ducasse y Perès nació en Lahonce (Bayona) en 1836. Se había formado como jardinero en la escuela de La Réole (Aquitania) y ya estaba en San Sebastián en el momento preciso en que se empezaba a construir el nuevo ensanche, cuando se proyectaban paseos urbanos y jardines de los que la vieja Donostia amurallada había carecido.

En aquella época, la aristocracia y la alta burguesía, atraídos por las expectativas de la nueva ciudad balnearia y las bellezas naturales que tenía, fue poblando los alrededores de la ciudad construyendo elegantes casas de campo rodeadas de jardines. Así sucedió con las grandes fincas de Cristinaenea en Egia, Villa Lolita y Arbaisenea en Amara, San Bernardo (Castellblanc) en Lugaritz, Toki-Eder y Bidebieta en Ategorrieta, La Cumbre, Puio, Aiete… y otras muchas villas menores. La mayoría de sus dueños confiaron el diseño y el cuidado de sus jardines a nuestro Pierre Ducasse.
La fama que adquirió con estos trabajos y las necesidades de una ciudad en pleno desarrollo que quería adornarse con bellos paseos y jardines, hizo que Pierre fuera nombrado “Jefe de parques, jardines y arbolado de la ciudad”, cargo hasta entonces inexistente.

Entre sus trabajos más notorios como jardinero municipal estuvo el proyecto del romántico jardín de la Plaza de Gipuzkoa en 1877, que realizó junto al arquitecto José Goicoa. Todavía la plaza estaba desnuda. Se había utilizado como lugar de concentración de tropas, durante la 2ª Guerra Carlista. Pierre diseñó el jardín y presentó un listado con una decena de especies arbóreas exóticas: paulonia, caki, tulipero de Virginia, fresno dorado, nogal americano, alianto, liquidambar, catalpa… y 3500 arbustos. Al ver las dificultades que había para conseguir plantas de jardín, el propio Ducasse adquirió terrenos en Ategorrieta para construir su villa y sus propios viveros inaugurando en 1878 el “establecimiento de Horticultura y Ornamentación floral, Villa María Luisa”.

Entre los grandes parques ajardinados que de él se conservan tenemos los de Cristinaenea, Aiete y Miramar (ahora municipales), habiéndose perdido prácticamente el resto. Sus trabajos en Aiete y en Miramar le valieron el honroso título de “Jardinero de la Real Casa” ocupándose también del adorno floral de las habitaciones reales del palacio y de la Caseta Real de la playa. Si dichas estancias no tuvieron excesivos lujos, con los arreglos florales debían quedar espléndidas.

Los parques diseñados por Ducasse fueron de estilo inglés, semejando paisajes naturales, contrapuesto a las líneas rectas, las podas ornamentales y formaciones vegetales ordenadas, típicas de los jardines franceses. En sus jardines predominan las zonas arboladas y sombreadas, se recrean cascadas y lagunas, sinuosas veredas y cuevas de rocalla, adaptándose al terreno en vez de adaptar el terreno al jardín. Crea escenarios románticos, de gran belleza, dignos de contemplarse sentados en un banco, al mismo tiempo que brinda al paseante, la emoción de descubrir rincones diferentes en cada curva del camino.

Con el tiempo (siglo y medio), han ido creciendo formidables especímenes de árboles, como las secuoyas y tulíperos de Aiete, el cedro del Líbano y el Ginkgo de Cristinaenea o los altos plátanos de Miramar, entre otras variadas especies de los que falta hacer un buen catálogo municipal para darlos a conocer y protegerlos debidamente.

Sin embargo, el inestimable patrimonio paisajístico y botánico que Ducasse nos legó no siempre es apreciado en su verdadero valor, ni se cuida como debe. Es necesario respetar su obra, evitando añadir elementos innecesarios que distorsionan, si no contrastan diametralmente con su estilo. Así la necesaria restauración del estanque de Cristinaenea supuso su transformación en otro moderno y rectilíneo estanque japonés, y en la Plaza de Gipuzkoa se incluyeron plataformas de acero corten en la cascada de rocalla del siglo XIX. Dos ejemplos de intervenciones en unos jardines, patrimonio histórico, tan irrespetuosas como si Picasso hubiera restaurado un cuadro de Velázquez, pintándolo a su estilo cubista.

Tras 125 años de su muerte, Pierre Ducasse sigue vivo en el recuerdo de nuestra ciudad. Somos muchos los que disfrutamos de su legado y es nuestra obligación conservarlo.

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